La esposa de Tchaikosky es una película rusa que está compitiendo en el Festival de Cine de Cannes, Kirill Serebrennikov funge como director y guionista de la película que dura un poco más de 2 horas.
El largometraje sigue la relación entre Antonina Miliukova y su marido Pyotr Tchaikovsky, interpretados por Alena Mikhailova y Odin Biron respectivamente, todo desde la perspectiva de Antonina siendo testigos de como va perdiendo la razón y descendiendo progresivamente a la locura con el paso de los años.
La película de carácter biográfico es un tormento exagerado y dramático con una fotografía clásica, utilizando movimientos de cámara fluidos que capturan los acontecimientos ingeniosamente mientras bailan al ritmo de piezas musicales de Tchaikovsky.
Hay un pequeño problema, incluso si uno sabe con antelación que Pyotr fue gay, la cinta no genera una tensión que dure entre los esposos, o entre Antonina y cualquier persona con la que tenga interacción, esto incluye al abogado de divorcios que empieza a frecuentar después de que el matrimonio se ha acabado.
Pero comenzando por el principio, empezamos a seguir la vida de Antonina desde sus días en el colegio donde conoce a Pyotr que ya era famoso en ese momento, y queda completamente cautivada por él, de una manera u otra, lo convence de casarse con ella. Acompañamos a Antonina hasta los pocos años después de su divorcio cuando también pierde la razón.
Los escenarios habituales son las casas en Moscú y en San Petersburgo, pero siempre debe de haber un piano cerca, ya que seguimos particularmente a Antonina, la historia está cargada de subjetividad y emociones extremas que no permiten racionalizar lo que está pasando, lo cual puede ir en contra de la película, es lógico que la homosexiualidad del compositor es un secreto, al menos para Antonina, durante los dos primeros actos de la película, y cuando sale del clóset es una gran sorpresa para ella, al grado que nos es difícil encontrar empatía con ella.
La pareja no aparentan ser figuras históricas, de hecho parecen ser miembros nuevos de la burguesía rusa, quisquillosos, delirantes y soberbios, hay escenas donde hablan en francés, que es lo que solían hacer los rusos intelectuales de la época. Es una decisión del director el retratarlos más humanos y menos idolatrables, todas estas herramientas para generar empatía por Antonina, en especial en una escena donde Pyotr destroza sus aspiraciones musicales, el cual se convertirá en un tema recurrente en el resto de la película.
El drama termina convirtiéndose en histeria, ya que Antonina, que es muy religiosa se niega a terminar un matrimonio que ni siquiera comenzó correctamente, pero en la sociedad de Rusia en el siglo XIX con rasgos feudales patriarcales, ella estaba condenada a estar enamorada de un hombre que jamás podría amarla de vuelta, solamente en la forma de un amor tranquilo y sereno, y él estaba condenado ser homosexual.
Los dos terminan sufriendo, ella llevando una vida terrible y perdiendo la razón después de la separación, y él está obligado a llevar una vida secreta con tendencias a la depresión que lo lleva a morir prematuramente.
Todo el drama es real y no es fácil de digerir, es casi extraido de una novela de Dostoyevsky, pero no amerita su larga duración de 145 minutos, y menos porque no se incluye en ninguna parte las capacidades musicales de Tchaikovsky, no se encuentra El Lago de los Cisnes ni Francesca da Rimini en la partitura original de Daniil Orlov.
Es una de las oportunidades perdidas del guión que sigue a Antonina durante los meses que está al lado del compositor antes de que escape después de un ataque de nervios.
Tenemos que decir que la parte donde sobresale la película es con las actuaciones y la fotografía, con un esplendido trabajo acrobático de Vladislav Opelyants.
Algunas escenas son memorables que rayan en el territorio de lo kitsch, como los bailarines desnudos paseando con gorras de marinero, la toma larga y continua donde la cámara gira mientras el día se convierte en noche mientras que la vida de Antonina empeora cada vez más, o la escena donde recibe una carta en la que el compositor intenta dejarla para siempre, se asemeja a una pintura del siglo XIX.
Una de las mejores escenas es cuando Antonina deja a Pyotr en la estación de tren, donde la cámara la sigue por todos lados a través de la plataforma y después dentro de la estación, se ven un grupo de soldados en la ventana y uno de ellos es atraído por la joven, se puede uno imaginar lo que podría haber sido de su vida si no se hubiera aferrado a un hombre que la evadió siempre.
Decir que el matrimonio fue un accidente realmente se queda muy corto, algo más creíble sería decir que un tren fue embestido por avión, que lo descarrila de un puente para después chocar con un barco causando una explosión que también hace estallar al puente.
Se nota una influencia muy marcada de las biografías del músico, de las memorias de Antonina, las cuales fueron escritas desde un manicomio, de la autobiografía de Modest Tchaikovsky, hermano del compositor, y de la película Music Lovers de 1971, que también narra el mismo matrimonio.
Comentarios
Publicar un comentario