Tori & Lokita

Tori y Lokita es seguramente el largometraje mas agresivo que hayan hecho los hermanos Dardenne, algo que no debemos de tomar a la ligera bajo el contexto de cineastas con 30 años de experiencia creando películas con mensaje moral a partir de las vidas complicadas de las personas con escasos recursos en Bélgica.

La cinta se aprovecha de la naturaleza humana en contraste la creciente de las sociedades, la historia desgastada se basa en dos niños huérfanos buscando un apoyo, pero dicha búsqueda los pone en peligro, la premisa hace uso de incluso las acciones más simples para empapar de intensidad la película.

Esa ira es lo que distingue a Tori y Lokita del resto del repertorio de los Dardenne, obviamente esa ira ha quedado tácita en los comentarios sociales desde el principio, pero en ésta ocasión hicieron todo lo posible por plasmarlo de manera explícita. 

Cosas terrible de cualquier índole le pasan a sujetos que no lo merecen o no tienen que ver en el asunto, pero en ésta ocasión solamente se pueden culpar a nosotros mismos.

Se hace a la audiencia cómplice desde la primera escena, asumiendo el punto de vista de un agente de inmigración que está interrogando a una joven camerunés sobre su vida pasada. Después vemos por varios minutos sin parpadear a la joven Lokita, interpretada por Joely Mbundu, que se esta esforzando por recordar simples sobre la casa de su familia, la escuela a la que asistió junto con su hermano menor Tori, interpretado por Pablo Schils. 

Eventualmente se entiende el por que se les ha dado asilo político a los hermanos, una situación terrible que es mejor dejar en la pantalla, sin embargo corren el riesgo de ser deportados si no pueden probar ante las autoridades que son hermanos cosanguíneos, pero es posible que no lo sean.

Lo único que se establece con certeza es la conexión que existe entre Tori y Lokita, y que se aman puesto que son todo lo que tienen. Viven en un refugio para menores extranjeros no acompañados, trabajan entregando drogas juntos para un terrible traficante, un cocinero que dirige su negocio desde el sótano de su restaurante, solo para darle la mayor parte del dinero al violento contrabandista que los llevó a Bélgica.

Tori y Lokita tienen un vínculo que comparten tan realistamente que uno pensaría que los actores que los interpretan también lo tienen, un hermano menor ansioso, astuto y con buen corazón, que solo quiere sacar el máximo provecho de cualquier situación en la que se encuentra, vivir al límite; la hermana mayor es la responsable, más estoica, que hace lo que sea necesario para proteger a Tori. Definitivamente tienen una historia juntos, no sabemos desde cuando se remonta, podemos presumir que desde su nacimiento, eso lo podemos constatar por las canciones que siempre cantan juntos y por la manera que se protegen mutuamente, por ejemplo al cruzar una calle transitada. 

Lokita no logra convencer a migración de que ellos dos son hermanos, así que es obligada a aceptar un trabajo de medio tiempo, manteniendo la casa de cultivo del traficante de drogas, con la finalidad de obtener papeles de inmigración falsos, por seguridad la ubicación de la casa se mantiene en completo secreto, estando rodeada por personas crueles y abusivas. Pero Tori y Lokita encontrarán la manera de frecuentarse sin importar lo que les cueste, y en dado caso de que las cosas s epongan peor para ella, entonces tratarán de encontrar un mejor arreglo.

Por un lado tenemos la calidez fraternal de Tori y Lokita, un sentido amoroso que es captado por la fotografía de Benoit Dervaux, transformando las acciones más básicas en expresiones de devoción, como cuando Tori se mete a la casa de cultivo solo para ver a Lokita.

Poco a poco se nos va alimentando un poco de información sobre el pasado individual y compartido de los hermanos, ésto solo hace más conmovedor el hecho de que estos dos niños se vean obligados a amarse tanto para sobrevivir dentro de una sociedad que no se preocupa por ellos.

Por otro lado esa dulzura se utiliza para como combustible para incendiar la furia moral de la película, la cual va escalando cada vez que se deja ver una injusticia en pantalla. 

Tori y Lokita es inquietante y cruda por su habilidad de combinar una crisis institucional con fracasos individuales, difuminando los límites de ambos con una obviedad que es casi imperceptible. 

Las leyes de inmigración son creadas por un pequeño grupo de funcionarios, pero son aplicadas por la frialdad de miles de personas en la vida diaria, creando una parábola que es expresada de manera casual con las consecuencias a los personajes. 

La investigación de comienza en un momento específico pero siempre querrás regresar a esa toma, cada escena de la película, que esta editada con precisión láser, aumenta a la acusación del mismo primer momento. 

Las alegrías son fugaces, y eventualmente se convierten en agridulces, y con explotaciones, dentro de una honestidad inquebrantable de la narración, pero te das cuenta de como se pudo haber evitado cualquier conflicto si tan solo Tori y Lokita tuvieran tan poca consideración por los demás de la misma forma que otros parecen tener por ellos. Creo que son mejor personas que todos nosotros.

El tercer acto golpea en el estómago con el valor de varias vidas de indignación sin resolver, los males sociales que se han acumulado en éstos 30 años dramatiza el hecho de que todo va empeorando, al final, todo termina de la misma manera que como empezó, con alguien en frente de una cámara, consciente de que le están observando pero con ninguna buena razón para creer que está siendo escuchado.

Con un grado de infertilidad no hay ninguna ilusión de que destapar una luz directa sobre historias horribles será suficiente como para hacer del mundo un lugar mejor. Es posible que regresemos a los últimos minutos de la película frecuentemente en el futuro para recordarnos los encuentros más incidentales en tu mente, para horrorizarnos una y otra vez por todas las formas diferentes en las que la tragedia pudo haber sido evitada.