Babylon es la nueva película de Damien Chazelle, quien está ligeramente obsesionado con la búsqueda de la perfección, desde encontrar el tempo perfecto, viajar por el espacio o simplemente triunfar en Hollywood. Sus películas siempre tienen personajes dispuestos a soportar torturas físicas y emocionales para llegar a sus respectivas metas.
La La Land fue una mirada sentimental con los ojos muy abiertos a la industria cinematográfica, y Babylon pareciera una respuesta intencionada a las críticas de esa película.
La película nos ubica fastuosamente en los 20s, hace casi 100 años, donde las imágenes de la gran pantalla, que parecieran ser mágicas, son en realidad el producto trabajo duro, sueños rotos y suerte. Varias escenas detallan cuánto trabajo hay detrás de unos cuantos segundos de película, un campo de docenas de extras sentados mientras se prepara la cámara o la perfección necesaria al grabar el sonido, nada de esto es fácil, por muy divertido que parezca.
La película defiende la idea de que todo ese trabajo vale la pena, aunque arrastra a los personajes junto con los espectadores a través de tanto desprecio para llegar ahí que es difícil creerle.
Babylon tiene partes impresionantes, escenas individuales, interpretaciones grupales y elementos técnicos, pero da la sensación de que el toque mágico que el director necesitaba para unirlas de forma honesta se escapa. Una película robusta y sin disculpas, todo es intencionado, es una película de Hollywood que te hace sentir mal.
Todo comienza con Manny Torres, interpretado por Diego Calva, quien trata de conseguir un elefante para una fiesta loca de Hollywood, el tipo de fiesta impulsado por las drogas y el sexo, el tipo de fiestas de las que solo se hablan en los periódicos de chismes de la época. Durante la bacanal se introduce a los protagonistas, entre ellos una aspirante a actriz llamada Nellie LaRoy, interpretada por la siempre gloriosa Margot Robbie, quien obviamente llama la atención de Manny. Dentro de la fiesta, también encontramos a Jack Conrad, interpretado por Brad Pitt, una estrella del cine mudo a punto de pasar por su tercer divorcio y de ser golpeado por la falta de fama en las películas sonoras, mientras que el éxito gira hacia nuevas estrellas.
También podemos encontrar a un trompetista de jazz llamado Sidney, interpretado por Jovan Adepo, y una cantante de cabaret llamada Lady Fay Zhu, interpretada por Li Jun Li. Mientras que la periodista de chismes Elinor St. John, interpretada por Jean Smart, escribe sobre todo ello mientras aparecen caras como las de Lukas Haas, Olivia Wilde, Spike Jonze, Jeff Garlin y Flea.
El conjunto es liderado por Nellie y Manny, pero realmente el más destacado es Jack Conrad, quien transmite una sensación de gloria perdida que a veces parece casi personal, en especial porque Pitt ha sido una estrella durante más de 30 años, seguramente ha visto a leyendas como Jack ir y venir, mientras que le impregna una melancolía que le da profundidad a la película.
Todo se centra en el ascenso de los marginados: Manny, Sidney y Nellie, quienes no logran entender de que manera forman parte del sistema, que no los valora. Incluso la estrella Jack Conrad descubre lo desechables que son las leyendas. Todos ellos se convierten en jugadores principales a su manera.
Nellie mantiene la interpretación de manera que pocas actrices logran; el talento musical de Sidney asciende a medida que el sonido se eleva; Manny es la persona más inteligente del set, lo que le da un número mayor de decisiones. Hay una historia de amor poco desarrollada entre Manny y Nellie, pero realmente la historia nos cuenta sobre el amor al cine y a Hollywood. También está llena de muchos detalles históricos y leyendas urbanas. Dejando en claro que el director hizo su tarea.
Hay una fluida cinematografía por parte de Linus Sandgren que le brinda a la película toda su personalidad, con tomas un poco raras, pero a la vez interesantes y llamativas. Todo acompañado por la música de Justin Hurwitz quien bien podría colarse a las nominaciones a los premios de la Academia con este trabajo, encontrando todos los temas recurrentes para los personajes, como si de una ópera se tratara, encajando perfectamente con el tema oscuro y la tragedia del final.
Por otro lado, pareciera que la producción olvidara intercalar la historia de los personajes, pero eso es más debido al guion que a propósito se enfoca en el entorno en vez de las historias personales.
Babylon es una prueba de que una película no necesariamente es la suma de sus magníficas pequeñas piezas. Una gran banda sonora, gran reparto, una fotografía experimentada, una historia nostálgica que trata del amor al arte, pero se encuentra con problemas narrativos porque parecen vacíos desde el principio y esto se incrementa cuando se intentan presentar lecciones manipuladoras en las escenas finales. Pero parece un poco hipócrita cuando juega la carta de, ¿merece la pena? Ya que se ve venir con muchísima anticipación.
El director sugiere que no se pueden crear obras maestras como Singing in the rain sin procesos que virtualmente destruyen vidas durante la transición del cine mudo al sonoro, en una forma un tanto cínica y superficial de ver a la industria del cine, que al final se revela como parte del sistema deformado. No quiere considerar seriamente como el arte destruirá a los soñadores mientras la fiesta sigue adelante. Los fans de este tipo de películas van a adorar el final.
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