The Banshees of Inisherin es la película más reciente del director y guionista Martin McDonagh, resulta ser una comedia y tragedia al mismo tiempo, que intercambia a los dioses y monstruos griegos por el ingenio y la ironía irlandeses. La cinta nos da la sensación de ser una historia antigua, aunque transcurre en 1923, justo en los tiempos de la Guerra Civil Irlandesa, pero podríamos jurar que es la adaptación de una fábula de hace siglos.
Esta cinta es mucho más moderada que sus trabajos previos, In Bruges del 2008 o la controvertida Three Billboards Outside Ebbing, Missouri del 2017, que tienen grandes influencias de Pulp Fiction y una inclinacion por la blasfemia poética.
Pero los seguidores podran seguir disfrutando de Collin Farrell y Brendan Gleeson juntos de nuevo con suficientes dialogos gloriosamente deformados por mal y rápido. No creerán lo pegadizo que ser el coloquialismo en inglés feck, no importa si se ocupa como sustantivo, verbo, adjetivo, señal de afecto o exclamación.
Pero si están familiarizados con los primeros trabajos teatrales de McDonagh, podrá reconocer las verdaderas raíces de la adición a sus historias de hombres platicadores y violencia. El irlandés crecido en Londres terminó con bloqueo de escritor en su último capítulo de su ciclo de las Islas Aran, conocida como The Banshees of Inisheer.
Dejó la obra sola para poder seguir adelante, sin embargo, algo de esa historia se le debió de haber quedado en la mente, junto con la de idea de hacer algo relacionado en una época conflictiva de su país. Después de que empezara a hacer películas, se notaron las influencias reales que lo caracterizan hoy en día. Su filme A Behanding in Spokane, del 2010, es completamente tarantinesca. Esta nueva película no es un regreso a los temas originales, pero sí un poco a sus orígenes.
Una historia folclórica de hombres en crisis adornada en medio de una nación en agitación, ese título no puede ocultar el hecho de que McDonagh está reviviendo dos pasados.
Esa es una forma de ver The Banshees of Inisherin, la segunda es reconociendo que ahora, con unas décadas más de experiencia, McDonagh ha creado su obra más madura, llena de misterio y éxtasis por continuar.
Colm, interpretado por Brendan Gleeson, ya no quiere ser amigo de Pádraic, interpretado por Collin Farrell, en especial porque cree que está malgastando sus últimos días en la Tierra escuchando a ese hombre balbucear sobre nada. Colm sabe tocar el violín, y se enfoca en querer componer una obra maestra, por lo que está convencido de que esas pláticas lo distraen de su autoimpuesta misión. Una de sus decisiones es apartar a Pádraic de su vida. Nadie, ni su compañera, ni la inquieta Siobhan, ni Dominic, el tonto del pueblo, interpretado por Barry Keoghan, entiende la mentalidad del síndrome de abstinencia. Por lo que Pádraic termina siendo simpático pero aburrido.
I just don’t like ya no more.
Hay muchas frases que han iniciado conflictos o guerras, esta en especial no es tan declarativa como, el mundo debe ser seguro para la democracia, ni tan inspiradora como, lucharemos en las playas, lucharemos en los campos de desembarco, lucharemos en los campos y en las calles. Sin embargo, para cualquier irlandés que lo escuche sigue siendo una verdadera sacudida, sobre todo porque viene de la boca de su mejor amigo. Todos los días, Pádraic camina por la vereda que rodea el pueblo de la isla, pasando junto a las paredes de piedra, la estatua de la virgen, para después llegar a la casa de Colm. Posteriormente, se dirigen al pub y pierden las tardes entre pintas, música y pláticas. Así ha sido siempre, así será hasta el final de los días.
Toda esta monotonía continúa hasta un buen día que Pádraic sale de su casa, la cual comparte con Siobhan, su hermana interpretada por Kerry Condon, su rebaño y su burra en miniatura Jenny, y va a buscar a su compañero de bebida. Cuando toca la puerta no hay respuesta, pero alcanza a ver a Colm a través de la ventana, sentado con la mirada perdida en el espacio. Cuando por fin llega Colm en la barra, le dice que se siente en otro sitio para después decir las siete palabras que les costará mucho más que su amistad.
Todos en el pueblo, saben de enojo, dolor y soledad, ese es el pan de todos los días de los Banshees. No se pinta a ninguno de estos personajes en santos o en pecadores, uno solo quiere crear algo bello y duradero en el mundo, y el otro es feliz con ser amable mientras este vivo. Ambos tienen sus defectos, lo cual se maximiza cuando llega el ultimátum.
Pádraic es incapaz de aceptar un no por respuesta, lo que se convierte en un acoso constante a su ex amigo. Colm se harta de tanta intromisión, y lo amenaza con contarle un dedo por cada vez que lo moleste. Cabe mencionar que Colm, es un hombre de palabra, y no voy a decir nada más.
No hay un tema político demasiado fuerte, a veces se oyen disparos y explosiones a lo lejos, y la cinta no le tiene miedo a usar un sentido del humor enfermizo para enaltecer la desesperación por cambios de opinión inexplicables. Sucede a pequeña y a gran escala, siempre hay destrucción sin resolución. Las amistades y los lazos familiares terminan siendo daños colaterales.
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